Ha pasado mucho tiempo desde que leí la novela de El hobbit (1937) escrita por Tolkien. Antes había leído su obra cumbre y quedé fascinado. Quería más y más de ese mundo maravilloso recreado por este genial autor. Recuerdo que El hobbit (1937) cumplió con mis expectativas y me permitió conocer más la historia de la Tierra Media, poblada por enanos, elfos, orcos y, como no, hobbits. Por eso, cuando me enteré que también iban a convertir esta obra literaria al cine, mis expectativas fueron enormes. Después de la ÉPICA trilogía cinematográfica de El señor de los anillos –con mayúsculas más que merecidas- no podía esperar menos.
Recuerdo hace un año atrás estar en el cine, entre
maravillado y cariacontecido, viendo que la película de El hobbit ya llevaba
más de dos horas y no daba señales de llegar al nudo final de la historia. La trama
se había alargado tanto que me estaba pareciendo un tanto aburrida, debo
admitir. Hasta que de pronto apareció el tan esperado dragón, mostrando un solo
ojo, y luego, primero de a pocos y después a raudales, empezaron a llover los
subtítulos en la pantalla. Me quedé helado. Mi sorpresa fue en aumento cuando
me enteré que no se trataba de una sola continuación sino de otra trilogía.
TRES, TRES, tres… películas para una sola novela, me repetía mentalmente
incrédulo.
Luego de ver la segunda entrega de esta trilogía puedo
aseverar que no se trata de una película para aficionados a la novela. Hay que
destacar que lo mejor del film es su fotografía, con escenas espectaculares y
soberbias que nos permiten gozar del espectáculo que significa la Tierra Media,
donde destacan, por ejemplo, el momento en que Bilbo sube a la copa de uno de
los gigantescos árboles del Bosque Negro y se queda perplejo frente a la
luminosidad y extraña belleza que representan las copas de los árboles iridiscentes.
O también aquella escena que recrea desde una vista aérea la extraña y sombría
majestuosidad de la Ciudad del Lago. Lo que nos permite adentrarnos en ese
mundo fantástico creado por Tolkien.
Sin embargo, la historia no es para nada fiel a la
original. Sergio Mars en una reseña describe muy bien varias de estas falencias
en la trama misma de la película, que evidentemente la alejan de la novela. Y
para mí esto no es necesariamente negativo, si es que los cambios ayudan a que
la película cobre sentido e intensidad. La creación de la elfa Tauriel y su
presunto romance con un enano va por ese buen camino. Tauriel podría representar
un grado de complejidad mayor en la trama en la medida en que nos muestre las marcadas
diferencias sociales que existen dentro de la sociedad élfica, así como las
distancias entre las distintas razas, aunque ahora desde un plano mucho más
personal, íntimo, puesto que abre la puerta a una relación amorosa entre un
elfo y un enano. Dos razas que tradicionalmente se odian entre sí. Pero esto se
queda en el plano de las posibilidades, puesto que la relación entre la elfa y
el enano queda limitada a lo meramente anecdótico: unas miradas, una
conversación breve e intrascendental –poco más y se ponían a hablar del clima-
y un rescate, cuando la elfa le salva la vida al enano. No se explota para nada
a este personaje y a las situaciones que puede acarrear consigo. La existencia
de Tauriel es solo para darle mayor emoción a una historia que se va desdibujando
por momentos.
El final de la película es malísimo. No es un final para
ser totalmente honestos. Es un corte abrupto y totalmente arbitrario. Es la
superposición simbólica del mercado frente al arte. Un escupitajo al cielo. Un sinsentido.
Y no es el único momento. Los personajes, con excepción de Bilbo, no están
claramente definidos más allá del estereotipo. La historia parece escrita por
un esquizofrénico que por momentos quiere ser fiel a la narración original y en
otros momentos es todo lo contrario. Esto genera que determinadas escenas de la
novela pierdan todo sentido en la película, como la del encuentro con Beorn que
no aporta en nada a la historia y bien pudo ser suprimida. O la escena que
transcurre dentro del Bosque Negro donde el temor radica en la presencia de las
arañas y no en el opresivo y maligno Bosque Negro, como es presentado en el
libro.
En
resumen, queda poco del libro en esta segunda entrega y, también, está muy
lejos de ser una película, más parece un video largo extraído de YouTube que
está incompleto y cuya parte final está en otro link. Un video entretenido por
momentos, es verdad, pero nada más.
2 comentarios:
Muy cierto lo del final. Es casi tan vergonzoso como el tajo de "La herencia Valdemar"...
No conozco la referencia que mencionas. ¿Me puedes comentar más sobre ella? Por cierto, gracias por leerme.
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